Cris Morena volvió al escenario con Erreway y habló desde el dolor y la resiliencia

Después de atravesar uno de los momentos más difíciles de su vida personal, Cris Morena volvió a mostrarse en público. La reconocida productora, creadora de fenómenos televisivos y musicales que marcaron a toda una generación, decidió reencontrarse con su público en un contexto muy especial: el show de Erreway en el Movistar Arena. Allí no solo acompañó a los artistas que formaron parte de su universo creativo, sino que también abrió su corazón en medio de un proceso de duelo que sigue siendo profundo.


La aparición de Cris se dio pocas semanas después de la trágica muerte de su nieta Mila Yankelevich en un accidente náutico en Miami, un golpe devastador para toda la familia. A ese dolor se sumó otra fecha sensible: el cumpleaños de su hija Romina Yan, fallecida en 2010 y recordada con inmenso cariño por los fanáticos. La coincidencia de ambos momentos convirtió su regreso en una experiencia cargada de emociones encontradas.

En su propia escuela de arte, durante una transmisión en vivo, Cris explicó lo difícil que le resultó tomar la decisión de subirse al escenario. Confesó que no se trataba de acompañar a los chicos de Erreway —algo que siempre le nace con naturalidad—, sino de enfrentarse al Movistar Arena repleto de público y a las emociones que esa situación traía consigo. “Lo que me pasó este año fue insólito, parecía que habían pasado miles de años desde la última vez. Fue un desafío enorme para mí”, aseguró.

La rebeldía como motor para seguir adelante

En su reencuentro con el público, Cris Morena destacó la importancia de la “rebeldía” como un valor que atraviesa no solo a su obra artística sino también a su manera de afrontar la vida. Para ella, esa rebeldía no tiene que ver con caprichos o confrontaciones, sino con una fuerza interior que empuja a ir más allá de lo impuesto. “La rebeldía del alma, del corazón, es la que te posiciona en un lugar donde decís hacia allá voy. Para mí es un buen motivo para vivir”, explicó ante la ovación de los presentes.


Durante el show vivió un momento curioso que terminó por cobrar un valor simbólico. Para evitar olvidar sus palabras, llevó un papel a mano, ya que no confiaba en el teleprónter. En esa hoja, lo único que estaba escrito era la palabra “Om”, un detalle que interpretó como un mensaje especial. “Yo creo que en la vida nada es casualidad. Todo tiene un para qué, pero hay que estar abiertos a verlo. Si no estamos atentos a lo que siente el corazón, se nos pasa de largo”, reflexionó.

El retorno al escenario fue también una manera de mostrar que, pese a la tristeza, sigue viva en ella la necesidad de crear. “Tengo el corazón rojo al fuego vivo. Exploté de proyectos en esta última semana, cuando debería ser una semana triste todavía. La tristeza se transformó en proyectos, el corazón se me abrió de par en par y aparecieron nuevas ideas para Om, para nosotros, para la vida”, expresó, dejando en claro que la creatividad continúa siendo su refugio.

Una resiliencia que se repite en su historia

No es la primera vez que Cris Morena transforma el dolor en un motor creativo. Tras la muerte de su hija Romina, encontró en el arte un puente para seguir adelante, canalizando el duelo en proyectos que mantuvieron vivo el legado de su obra. Hoy, frente a la pérdida de su nieta, vuelve a recorrer un camino similar: el de la resiliencia.


El show de Erreway en el Movistar Arena no solo fue un espectáculo musical cargado de nostalgia para los fanáticos, sino también un momento catártico para la productora. Allí, entre abrazos y ovaciones, se permitió compartir un mensaje que va más allá del entretenimiento: la vida siempre pone pruebas difíciles, pero el arte, la rebeldía y los proyectos nuevos son una manera de sobrellevarlas.

Con la emoción a flor de piel, Cris Morena dejó en claro que, aunque las heridas aún duelan, su espíritu sigue encendido. La creadora de algunos de los fenómenos juveniles más recordados de la televisión argentina demostró que, incluso en los momentos más oscuros, el escenario puede ser un lugar de encuentro, memoria y, sobre todo, de fuerza para seguir adelante.

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